La balanza comercial española de la piel cerró 2015 con unos resultados negativos. La industria nacional importó el pasado año más piel y cuero que los que exportó. Por primera vez desde 2007, nuestra balanza comercial se ha tornado negativa, con el agravante de que las únicas importaciones que han crecido son la de cueros acabado. Lo que significa que el que el proceso para dotar de valor añadido a la piel se localiza fuera de nuestras fronteras.
En 2015, con respecto al año anterior, las exportaciones cayeron en todos los subsectores, excepto en el correspondiente a las pieles semicurtidas, que crecieron un 3,17 por ciento, alcanzando los 83,5 millones de euros. Las ventas al extranjero de pieles en bruto cayeron un 18,97 por ciento, hasta situarse en los 208,9 millones de euros; mientras que la venta de cuero acabado bajó un 3,17 por ciento, quedando en los 380,8 millones de euros.
Por otra parte, durante el pasado año, en comparación con 2014, las importaciones de pieles en bruto cayeron un 7,06 por ciento (79 millones de euros). En cuanto a las pieles semicurtidas, las compras también cayeron un 15,45 por ciento (147,7 millones de euros); mientras que la compra de cuero acabado aumentó, por séptimo ejercicio consecutivo, un 12,79 por ciento (513,7 millones de euros).
Este aumento continuado de las importaciones de cuero trabajado, sumado al retroceso de las exportaciones, ha sido el factor que más ha influido para desequilibrar negativamente la balanza comercial durante el pasado año. Mientras que 2014 se exportaron 15 millones de euros más de piel y cuero que los que se importaron, en 2015 ha sido al revés, y se han comprado en el exterior casi 70 millones de euros más de los que se vendieron.
