
La curtiduría igualadina Fontanellas y Martí entró en concurso de acreedores a principios del pasado año con el objetivo de refinanciar una deuda que ascendía a casi 25 millones de euros. Tras más de 14 meses de negociaciones con las entidades bancarias, la empresa por fin ha alcanzado estos días un acuerdo con sus acreedores que supone una quita del 75 por ciento de su deuda y un nuevo plazo de 10 años para pagar el resto. La dirección de la curtiduría ha expresado su voluntad de continuar con la actividad de la empresa. De hecho, durante el pasado año, bajo el concurso de acreedores, la empresa logró unas ventas de alrededor de 35 millones de euros.
Los problemas de Fontanellas y Martí comenzaron cuando la curtiduría decidió invertir en la construcción una nueva curtiduría en Vietnam con el objetivo de dar servicio a sus clientes internacionales, que por aquel entonces eran más del 60 por ciento del total. A partir de esta inversión, su facturación bajó de 45 millones de euros en 2012 a 26 en 2013. Muchos trabajadores vieron la construcción de esta fábrica de curtidos en Vietnam como un intento por deslocalizar su producción, teniendo en cuenta que en 2013 la dirección acometió un drástico ajuste de su plantilla.
Fontanellas y Martí, fundada en 1954, ha estado considerada durante muchos años como una de las mayores (y mejores) curtidurías de Igualada (Barcelona), popular por la comercialización de productos como la gama de cueros de alta calidad Taniflex, pieles trabajadas con curtientes vegetales destinadas a la confección de artículos de lujo.