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Chanel compra Colomer Leather Group

Chanel compró el pasado mes de agosto el 100 por ciento del capital de Colomer Leather Group. Esta curtiduría española con sede en Vic (Barcelona) es heredera de la antigua Colomer Munnany, unas de las empresas productoras de cueros más veteranas (más de 200 años de antigüedad) y con mayor éxito internacional del sector nacional de la curtción. Con esta operación, cuyo importe no ha transcendido, la firma francesa de artículos de lujo quiere asegurarse el suministro de cueros de alta calidad para sus líneas de marroquinería y calzado.

La primera medida de Chanel en la toma del control de Colomer Leather Group ha sido colocar al frente a Bruno Pavlovsky, presidente del negocio de moda del grupo. De esta manera, los antiguos dueños de la curtiduría española, las familias Olabarría y Sumarroca, abandonan definitivamente el consejo de administración tras más de tres décadas al frente.

La adquisición de Colomer Leather Group, además de por su importancia estratégica para controlar el abastecimiento directo de curtidos, tiene una relevancia especial dado que esta curtiduría española fue hace años uno de lo mayores grupo curtidores nacionales y con mayor proyección en los mercados internacionales. Fundado en 1792, este pionero grupo en la curtición de pieles en Vic fue durante siglos un referente en cuanto a la producción de cuero de calidad, así como por su proyección exportadora, la cual inician ya a finales del siglo XIX. No obstante, el verdadero crecimiento de la empresa no llega hasta la década de los cuarenta, coincidiendo con la sustitución de los tradicionales métodos de curtición por otros más avanzados basados en la investigación tecnológica. Este cambio de estrategia le llevó a expandirse por todo el mundo y abrir filiales en países tan dispares como Reino Unido, Grecia, Iraq, Brasil, Corea del Sur, China o Japón. Pieza clave de este notable crecimiento fue Andreu Colomer Munmany, descendiente de los primeros fundadores de la compañía y artífice de posicionamiento internacional, además de un importante mecenas y promotor de la cultura en el mundo de la piel.

Andreu Colomer falleció en 2008, pero el grupo curtidor ya arrastraba graves problemas financieros de hacía varias décadas. De hecho, cuando en 1994 los empresarios catalanes Pedro Olabarría Delclaux, Jaume Rosell Sanuy y Carles Sumarroca Coixet se hacen cargo de la dirección de la curtidora, esta ya lleva años que no pasaba por sus mejores momentos con el cierre de muchas de sus filiales en el extranjero y la progresiva orientación del negocio hacia la importación de pieles curtidas y el consecuente abandono del tratamiento de la piel. Este declive llegó a su paroxismo en 2004, año en el que la dirección de la curtiduría pactó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para cerrar su fábrica de Montmeló (Barcelona) y despedir a 136 trabajadores de una plantilla de 407. Actualmente, Colomer, con 218 trabajadores en nómina, posee solo una firma curtidora, Adobinve, con planta en Mora d’Ebre (Tarragona), que da servicio a terceros. Las otras actividades del grupo están a cargo de las filiales Ledexport Group, de Vic; Pieles Quintana, de Celrà (Girona); Pells del Llobregat, de Cercs (Barcelona) y Pieles del Segura, de Molina de Segura (Murcia). Fuera de España, tiene una filial en Japón.

Colomer Leather Group cerró el pasado ejercicio con unas ventas de 38,5 millones de euros, un 5 por ciento menos que en 2016 y muy lejos de los 113 millones de euros que facturaba, por ejemplo, en 1997.

Estrategia de abastecimiento
No es la primera vez que Chanel adquiere una curtiduría para garantizarse el acceso a la materia prima de piel curtida. Como otras grandes firmas de artículos de lujo, como Kering o LVHM, la gestión directa de sus proveedores de curtidos obedece a la estrategia de asegurarse el acceso a cueros de calidad haciéndose con el control de las curtidurías, esquivando de este modo problema de desabastecimiento, tan frecuentes en el sector de la curtición, que no olvidemos que es subsidiaria de la industria cárnica. De este modo, Chanel compró en a finales de 2013 la curtiduría francesa Bodin-Joyeux, para, entre otros objetivos, protegerse ante las subidas del precio de la piel ovina. En 2016, también se hizo con la mayoría de otra compañía gala de curtidos, en esta ocasión, Megisserie Richard, especializada en piel de cordero de gama alta.

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