La durabilidad es una de las grandes virtudes de la piel curtida. Este material puede repararse y mantenerse con uso durante muchos años. Pero ¿qué sucede cuando la gente decide deshacerse de sus artículos de cuero? Las pieles crudas de los animales pueden tardar en torno a 10 y 15 años en descomponerse en la naturaleza; sin embargo, el proceso de curtido ayuda a estabilizar la piel, transforma sus fibras y retrasa la descomposición de las enzimas. Todo ello ralentiza la biodegradación del cuero.
Mejorar la biodegradabilidad del cuero y reducir su huella ecológica es el objetivo de la línea de bolsos de cuero Return to Nature («regreso a la naturaleza») de la diseñadora británica Anya Hindmarch. Gracias al proceso de curtido basado en zeolitas de Royal Smit & Zoon, una combinación de aluminio, arena de silicio y oxígeno, esta colección de bolsos de cuero no contiene ni cromo ni metales pesados y su cuero se biodegrada más rápido que el curtido con tecnologías tradicionales.
Otras técnicas e innovaciones mejoran la capacidad de los bolsos no solo para biodegradarse, sino también para convertirse en abono, liberan nutrientes en el suelo y favorecen el crecimiento de árboles y plantas. Los productos de la colección Return to Nature tienen un acabado con tecnología Activated Silk, un acabado natural hecho de proteína de seda y agua. Los bolsos tampoco tienen forro, están cosidos con algodón biodegradable y, además, no tienen herrajes, sino que cuentan con un cierre sin metal y un cinturón exterior para cerrar la bolsa.
En las pruebas realizadas sobre estos bolsos por parte del laboratorio independiente Eurofins BLC, el cuero de los bolsos Return to Nature se biodegradó solo un 10 % más lento que el colágeno puro, lo que significa que se descompone casi tan rápido que las pieles de animales naturales sin procesar. Cuando se convirtió industrialmente en abono, el cuero nutrió el suelo y produjo un crecimiento vegetal un 20 % más fuerte que un abono normal.
